Una Crónica Roja
Un Congreso histórico y una medida excepcional: salir juntos a combatir la pandemia en condiciones dignas.
Con más de 1600 delegados y delegadas de todo el país y la presencia de representantes de organizaciones sindicales de la región (Argentina, Brasil, Paraguay, Chile, Perú y Panamá), se llevó a cabo el 17 ° Congreso del SUNCA, “Faustino ‘Chimango’ Rodríguez”. Cuando la industria de la construcción presenta un nivel de actividad, aún lejos del pico de 2012-2013, que registra a unos 45.000 trabajadores en BPS, este Sindicato -caracterizado en la última década por sus altos niveles de organización y movilización sindical y social-, da una nueva muestra de su poder de convocatoria e incidencia actual y, seguramente, futura en la vida socioeconómica del país.
Una señal en este sentido fue la presencia del Presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez, en la inauguración del Congreso. Acá conviene puntualizar que fue Tabaré Vázquez el primer Presidente de la República en recibir una delegación del SUNCA, en 2006, en un momento álgido de las luchas por establecer medidas más contundentes que lograran disminuir los altos niveles de siniestralidad en la industria en particular, pero también en otras actividades como el trabajo rural y la industria manufacturera. Asimismo fue en su primera administración que se logró establecer un Registro para la Trazabilidad de la empresas del sector en varios aspectos, entre ellos el de siniestros laborales. Más allá de los dichos del Presidente, ampliamente difundidos por distintos medios de comunicación, cabe destacar el gesto recíproco: un Presidente de la República saluda a un congreso de obreros que lo ovaciona. De encuentros y desencuentros con sus dos administraciones podemos escribir en otro momento.
Todo Congreso de casi todas las organizaciones sindicales de nuestro país tienen como objetivo básico establecer orientaciones de carácter estratégico para su acción (Plataforma Programática), así como delinear medidas de carácter táctico para alcanzar objetivos en el corto plazo (Plataforma Reivindicativa). En éste último aspecto, el SUNCA tiene establecido que la Plataforma Reivindicativa a presentar en la próxima Negociación Colectiva la define una Asamblea General abierta a todo el gremio, de acuerdo a sus Estatutos. No obstante ello, el Congreso ya inició el debate que se extenderá en los próximos dos meses a cada centro de trabajo. En relación al Programa viejos temas aún pendientes de resolución, que atañen no sólo a la especificidad de esta industria, fueron definidos como prioritarios: el encadenamiento productivo de varios sectores que le son inherentes, el desarrollo de un efectivo y contundente programa de vivienda que dé solución al déficit estructural que padecen miles de uruguayos, la inversión en infraestructuras necesarias para un conjunto de actividades económicas, todo ello vital para el desarrollo del país en varios aspectos.
Luego de este acontecimiento, estaba por delante la negociación colectiva para el sector, una de las primeras -junto a la FUS-, de la nueva administración de gobierno. Pero llegó el virus chino, la maldición comunista de los chinos, hoy segunda potencia económica del mundo y en franco y evidente avance hacia la re configuración de la balanza de poder mundial (Sergio Rodríguez dixit); esta es una circunstancia que en esos días de febrero del presente año no estaban aún en el debate público, en el aire y en los medios. La llegada del COVID 19 al país, de la mano de una empresaria uruguaya que, alegremente se dedicó a contagiar a decenas de personas. Seguro los números cambien día a día. También frente a esto el SUNCA asumió su papel e instaló rápidamente medidas propias que ayudaran a no favorecer la expansión del virus. Detener la realización de asambleas, los plenarios departamentales, las aglomeraciones. Y más: solicitó al mismo tiempo la reunión del Consejo de Salarios del sector (Sindicato, Cámaras y Gobierno).
Y a pocos días de asumir el nuevo gobierno y luego de tanto anunciar la confirmación de sus promesas de campaña, el maldito virus se convirtió en pandemia por decisión de los expertos de la OMS, y llegó a Uruguay de la mano de una pituca de Carrasco, de esas que se creen que se llevan el mundo por delante. Parece poco creíble, pero la peste la inició la gente de bien, la gente normal, los ricos fueron los que la trajeron y los primeros en ser portadores del virus. Pestes eran las de antes, que mayoritariamente contagiaban y mataban al pobrerío!! La cadena de acontecimientos fue completándose: decreto de Emergencia Sanitaria y Protocolos y Recomendaciones para evitar su propagación. Un detalle: hay que seguir laburando, pero sin juntarse. Solo a modo de ejemplo y sin estigmatizar, en la Guardia Republicana revistan aproximadamente 2000 efectivos, y en su base central montevideana, desde donde parten a hacer sus tareas, se concentra la mayoría de ellos. Por su lado, en la industria de la construcción trabajan en el entorno de los 45 mil obreros. En algunas de las obras más grandes llegan a concentrarse 400 obreros. Aceptando las Recomendaciones y los Protocolos y las medias sanitarias implementadas por el nuevo Gobierno, deberíamos concluir que todo eso debe dispersarse de algún modo, aunque no lleguen a decretar la Cuarentena General Obligatoria. Con una excepción, claro: la Guardia Republicana seguirá concentrada, aglomerada, expuesta, porque deberá velar por el cumplimiento cabal de la medida. Si además a ello sumamos los trabajadores de la salud, en esta comparación, o las funcionarios del Estado que deberán continuar atendiendo las funciones propias e imprescindibles de un estado de crisis declarado legítimamente, la pregunta es: ¿por qué debían los trabajadores de la construcción (más de 45 mil, insisto) seguir trabajando? El mundo de San Mercado y su fiel escudero el Estado actual deben mantener “el motor de la economía encendido” aun a costa de la salud y la vida de los expuestos, una nueva gran noche de la expiación en que parte de la población debe ser mandada a mejor suerte. Una flagrante contradicción y una desnuda hipocresía: no se expongan, no se aglomeren, pero sigan trabajando -todos, policías, enfermeros y médicos, obreros de la construcción, parecía ser la consigna.
Frente a tremenda y contradictoria prepotencia, este sindicato optó por encontrar una salida que contemplara dos cosas sustanciales: la salud de los trabajadores y sus familias -unos 200 mil uruguayos- y del resto de la población, y el aseguramiento económico mínimo necesario para sobrellevar un período de dispersión científicamente recomendado frente a la pandemia declarada. El argumento sanitario está sobre la mesa y es el principal. El argumento de la sostenibilidad económica solo no lo podría aceptar una lógica y una ética que parte de tener su supervivencia material asegurada, y una desmedida ambición para continuar asegurando determinados niveles de ganancia.
Estamos frente a una suerte de lock out patronal mundial, con el plus de su arrogancia y la hegemonía necesaria - todos los frentes asegurados- para aislarnos, individualizarnos aún más, dispersarnos, encerrarnos. Frente a este atropello, el SUNCA, heredero de su larga historia de pensar en el conjunto del pueblo, pero principalmente en los más desprotegidos, los más infelices, conjugó varios verbos: mantener organización, preparar la lucha y solidarizarse con los más desposeídos. En síntesis: frente a la pandemia declarada también debía ponerse como actor de cualquier salida para los trabajadores y sus familias, no resignarse a ser espectador de medidas unilaterales de los empresarios, siempre tan dispuestos a arrasar con la organización sindical -al menos una buena parte-, o incluso bilaterales -empresarios y gobiernos de la mano, celebrando la desarticulación, al menos parcial, de uno de sus oponentes más potentes, como lo es el movimiento sindical. Una salida acordada o la prepotencia de los poderosos. La misma tradición de lucha del SUNCA está íntimamente hermanada con su capacidad de diálogo y negociación, de búsqueda de acuerdos en clave País, en clave Pueblo y en clave Industria. Esto lo sabe el gremio -porque ha sido educado en esa perspectiva-, lo saben los empresarios -porque han sido actores de primera línea de esta práctica-, y lo saben todos los partidos políticos. En este sector, las decisiones son con el SUNCA o serán resistidas. En este mundo todos luchamos, incluso aquellos que se quedan en sus casas anonadados con las nuevas sagas de telenovelas turcas o la viralización rayana en la demencia que hacen los medios hegemónicos sobre la pandemia declarada: un día sí y otro también y cada diez segundos mostrándonos la divertida vida de los millonarios en cuarentena.
Son varios los sectores de actividad que, por decisión de los empresarios, han visto reducidos miles de puestos de trabajo. Sin alternativa, sin espacio para ningún ámbito de negociación de las condiciones de esa medida, aunque el movimiento sindical junto a otras organizaciones sociales ha colocado la adopción de un conjunto de medidas de contingencia.
Los trabajadores de la construcción empiezan la primera licencia sanitaria especial acordada
El SUNCA se propuso ser parte de la decisión en el doble sentido antes señalado: cuidar la salud, la integridad física y la vida de los trabajadores de la construcción y sus familias, y poder hacerlo con un mínimo sustento parcial mientras dure el periodo de contingencia que llamamos Licencia Especial. Y el sector -cámaras y sindicato- llegaron a un preacuerdo ad referendum del Poder Ejecutivo. Y los mismos del 2002 y del 1993, dijeron que no. Y una salida negociada, en la que todas las partes –trabajadores, empresarios y Estado- pagaban esa Licencia Especial y aseguraban un período mínimo de desconcentración pedido y recomendado por el propio Poder Ejecutivo que dice que no a esa salida. Y, nuevamente hijo de su larga tradición, el SUNCA el pasado jueves 19, al otro día del no, lanzó una serie de medias informativas y de movilización en todo el país: asambleas, paros, movilizaciones ruteras o callejeras, cortes de hormigón, para hacer saber - aunque ya lo saben- que en este sector de actividad es con el SUNCA o hay lío, habrá lucha y resistencia, habrá sentido de responsabilidad -velar por la salud de más de 45 mil trabajadores y sus familias y el potencial contacto con miles de ciudadanos más- y velar por el sostenimiento material mínimo imprescindible por al menos dos semanas, que de eso se trata el preacuerdo. En la mañana del sábado 21 de marzo, el Comité Ejecutivo Nacional del SUNCA aprobó por unanimidad el acuerdo alcanzado en horas de la madrugada. Habrá Licencia Especial acordada, habrá tranquilidad, pero sobre todo, habrá conciencias tranquilas de haber hecho lo necesario para ello. El SUNCA supo salir de encrucijadas como esta. Gobiernos anteriores -recientes y otros- lo saben. Ahora se trata de defender la vida, con lo mínimo para que sea digna de ser vivida: no se entrega nada sin luchar.