Ucrania. En defensa de la guerra

Por Slavyangrad.es / 28 de febrero de 2025.

Consciente de la importancia del momento y de la precariedad de su posición, en medio de una dura
negociación con su principal aliado para tratar de garantizar que la colonización económica que
desea su proveedor se produzca a cambio de presencia militar futura y no solo como pago por los
servicios prestados, Volodymyr Zelensky comenzó el domingo la conmemoración del tercer
aniversario de la invasión rusa del 24 de febrero de 2022. Lo hizo en un multitudinario acto en el que
insistió en que no se siente molesto por haber sido calificado de dictador por Donald Trump, el
hombre al que no puede permitirse ofender, insistió en que no aspira a perpetuarse en el poder
durante décadas y llegó a ofrecer su dimisión si eso facilita la paz justa o la entrada de Ucrania en la
OTAN.
Habituados a tomar al pie de la letra cada palabra procedente de Ucrania, los medios occidentales no
tardaron en hacer de esa declaración titulares de portada pese a lo vacío de sus palabras. Zelensky
ofrece su puesto a cambio de dos sueños que precisarían una guerra total contra Rusia que
Washington no está dispuesta a librar. La paz justa es, en la jerga del Gobierno ucraniano, sinónimo
de integridad territorial, algo que, de la misma manera que el acceso a la OTAN, es altamente
improbable después de tres años de lucha contra Rusia y en una situación en la que son las tropas
de Moscú las que mantienen la iniciativa en el frente y, desde hace unos días, también en la
retaguardia de la diplomacia. Ayer, por primera vez desde 2022, Estados Unidos votó en contra de la
resolución de Ucrania y sus aliados europeos que culpa a Rusia de la guerra y llama a la retirada
completa de las tropas rusas de los territorios ucranianos según sus fronteras de 1991, es decir,
incluida Crimea.
Las conversaciones de paz no han comenzado todavía -únicamente se han producido
conversaciones entre Rusia y Estados Unidos para reabrir los canales de comunicación, motivo por
el cual la exclusión de Ucrania de la reunión de Riad no puede considerarse una expulsión del
proceso de negociación de la paz en su territorio-, pero Kiev y sus aliados europeos luchan
activamente por proteger el statu quo. De ahí que la cumbre de ayer, en la que jefes de Estado y de
Gobierno acudieron a Kiev en masa, presentaron sus respetos a las víctimas en la plaza de Maidan y
repitieron una vez más los eslóganes de los tres últimos años, menos creíbles en esta ocasión en la
que ya no cuentan con el apoyo incondicional de Estados Unidos, de quien depende el esfuerzo
militar. En Kiev, la presidenta del Parlamento Europeo reclamaba “libertad para Ucrania y paz
duradera para toda Europa y el mundo”, en un mensaje en el que se insistía una vez más en que
“nada sobre Ucrania sin Ucrania”. “Putin quiere dividirnos. Hoy demostramos que nuestro apoyo a
Ucrania es firme, unido y sin cambios”, afirmó Antonio Costa pese a que el principal aliado, Estados
Unidos, no solo se encontraba ausente, sino que se ha desmarcado de los países europeos y su
táctica de evitar una negociación de paz.
El hábito de realizar actos simbólicos como iluminar con los colores de la bandera ucraniana las
instituciones comunitarias o hablar en forma de lemas publicitarios se repitió con cada uno de los
lugares comunes que se han pronunciado los tres últimos años. “Durante tres años, el pueblo
ucraniano se ha defendido con valentía y heroísmo contra la guerra de agresión rusa. Día tras día.
Semana tras semana. Nadie anhela la paz más que ella. Seguimos a vuestro lado: por una paz justa
y duradera”, escribió Olaf Scholz acompañando el texto con una imagen de archivo en la que observa
junto a Zelensky el monumento en memoria de las víctimas. A escasa distancia puede observarse
una vela con el wolfsangel modificado del movimiento Azov. Con una imagen del mismo lugar, Úrsula
von der Leyen escribía que “En Maidán, honramos a los caídos y a aquellos que aún luchan en el
frente. Europa está con Ucrania y fortalece su valiente resistencia. Mediante la fuerza conseguirán
una paz justa y duradera. Una paz digna de su máximo sacrificio”. En la tónica habitual, los líderes
occidentales ensalzaron la valentía y unidad del pueblo ucraniano olvidando a aquella parte de la
población que ha sufrido durante años el asalto de las Fuerzas Armadas de Ucrania, una valentía y
lucha por sus derechos que no tiene cabida en el simplista discurso de quienes a día de hoy solo
quieren proteger el derecho de Ucrania a continuar la guerra hasta conseguir sus objetivos
imposibles, algunos de los cuales habrían de conseguirse contra la opinión de la población local.
La presidenta de la Comisión Europea, que afirmó que “la resistencia” de Ucrania es la “prioridad
absoluta”, anunció que Kiev recibirá 3.500 millones de la Unión Europea en marzo, una financiación
destinada al sostenimiento del Estado, que no solo depende de subvenciones extranjeras para
continuar la guerra sino también para mantenerse a flote. Sin embargo, la lucha es la razón de ser de
la Ucrania actual y ayer fueron muchos los paquetes militares que se anunciaron. Por sorpresa y sin
previo paso por el Parlamento, Pedro Sánchez anunció “un nuevo paquete de ayuda militar por valor
de 1.000 millones de euros al pueblo ucraniano”, siempre entendido este último concepto como el
pueblo ucraniano correcto. Los muertos y heridos ayer en Gorlovka, una ciudad que lleva once años
en la línea del frente y siendo blanco de la artillería ucraniana no precisan de ayuda, solidaridad ni
compasión.
El Reino Unido, que quiso conmemorar el tercer aniversario de la intervención militar rusa
anunciando a bombo y platillo “el mayor paquete de sanciones” desde el inicio de la guerra,
aprovechó también el interés mediático que iba a provocar la fecha para acompañar a las nuevas
medidas coercitivas con un gran paquete de asistencia militar. Desde que Estados Unidos se
desmarcó de la guerra eterna hasta conseguir los objetivos de Ucrania como única salida aceptable
al conflicto, Londres se ha convertido en el principal exponente de la vía militarista que esta semana
tratará de presentar a Donald Trump. “La paz duradera se forjará por medio de la fuerza”, afirmaba
ayer el ministerio de Asuntos Exteriores británico en unos términos muy similares a los de Volodymyr
Zelensky. “Este año debería ser el principio de una paz real y duradera”, afirmó el presidente
ucraniano para añadir que “Putin no nos va a dar la paz o dárnosla a cambio de algo. Tenemos que
ganar la paz por medio de la fuerza, la sabiduría y la unidad”.
Cuestionado desde la Casa Blanca, Zelensky obtuvo el apoyo incondicional de Canadá y sus aliados
europeos tanto en persona como en la distancia. “Desde hace tres años, Ucrania combate con un
coraje que obliga al respeto contra un agresor: Rusia. Por su soberanía y libertad. Nuestro apoyo a
Ucrania seguirá siendo inquebrantable. Estoy en Washington para recordarlo y avanzar con el
presidente Trump y nuestros aliados”, escribió Macron apelando a la soberanía de Ucrania, a día de
hoy, con un 18% de su territorio perdido y su principal aliado exigiendo el control de sus recursos
naturales, una utopía.
“Tres años después de la bárbara invasión de Ucrania por parte de Putin, el primer ministro Starmer
reiteró su apoyo al presidente Zelensky”, escribía la oficina del Primer Ministro británico, que
tampoco estuvo presente en la capital ucraniana, donde sí se encontraba otro gran amigo de
Ucrania, Boris Johnson. “Todo lo que estamos escuchando de que Ucrania es responsable por la
guerra, se podría decir que los nadadores son responsables de los ataques de los tiburones en la
película Tiburón”, afirmó en una aparición en la BBC. “Me enorgullece estar aquí, en Kiev, en el tercer
aniversario de la invasión de Putin. Saludo el heroísmo constante del pueblo ucraniano al resistir un
acto vil de agresión no provocada y rechazo categóricamente las estrafalarias falsedades que se
están difundiendo actualmente sobre los orígenes de esa guerra. Insto a la gente a mantener la
calma y a analizar los hechos del continuo apoyo de Estados Unidos a Ucrania, bajo el mando de
Donald Trump, y sigo convencido de que Ucrania tendrá un gran futuro como nación libre, soberana e
independiente”, escribió en las redes sociales en un mensaje que culminó con el grito de OUN “Slava
Ukraini”, otra de las constantes que se repitieron a lo largo del día. Ese fue también el final elegido por
la cuenta oficial de la representación alemana en la OTAN, que tras afirmar que “Alemania apoya
f
irmemente a Ucrania y seguirá brindándole apoyo militar en forma de material, entrenamiento y
coordinación internacional mientras sea necesario”, utiliza también ese eslogan utilizado por sus
aliados actuales y los de antaño.
Después de tres años, la rutina vuelve a ser noticia. Úrsula von der Leyen y Antonio Costa se
mostraron sonrientes a su llegada a la estación de tren de Kiev. La capital ucraniana sigue siendo el
lugar en el que el establishment político europeo reafirma su apoyo incondicional a Ucrania, su
compromiso con la guerra y repite una y otra vez los mismos actos que ya han fracasado
anteriormente esperando un resultado diferente. Como estaba previsto, la UE anunció ayer su
decimosexto paquete de sanciones contra Rusia en un momento en el que Estados Unidos
comienza a hablar de la posibilidad de levantar -si se dan ciertas condiciones- algunas medidas que,
de cualquier manera, no han conseguido el objetivo que buscaban, destruir la economía rusa. Aun
así, y teniendo en cuenta que la lucha de propaganda y de imposición del discurso es tan importante
como las batallas reales en las trincheras militares, Kaja Kallas escribió, orgullosa: “La UE cumple: los
ministros de Asuntos Exteriores acaban de aprobar el 16º paquete de sanciones contra Rusia. Afecta
a todo, desde la flota fantasma hasta mandos de videojuegos utilizados para controlar drones. Ahora
tenemos las sanciones más extensas jamás impuestas, debilitando el esfuerzo bélico de Rusia”. Está
vez sí, no como las quince anteriores, la UE va a conseguir debilitar el esfuerzo militar ruso.
En una fecha señalada, rodeado de muchos de sus principales aliados, Volodymyr Zelensky
aprovechó el altavoz mediático para insistir también en su narrativa más repetida. “La OTAN es la
opción más rentable para evitar otra guerra. Es la solución más simple y lógica. Si Ucrania no se une
a la OTAN, tendremos que crear la OTAN dentro de Ucrania, lo que significa mantener un ejército lo
suficientemente fuerte para repeler la agresión, financiarlo, producir y almacenar suficiente cantidad
de nuestras propias armas y negociar con nuestros socios sobre su participación para disuadir a
Rusia de iniciar otra guerra. Por eso estamos hablando de un sistema integral de garantías de
seguridad: militar, económica y política. Tenemos que sopesar todo: qué es más barato, qué es más
realista y qué se puede hacer más rápido”, escribió insistiendo una vez más en la idea de la adhesión
a la OTAN, que también apoyó la líder de la diplomacia de la UE. Ambos son conscientes de que
exigir la adhesión a la Alianza es la receta perfecta para garantizar que no pueda haber acuerdo de
paz.
“La garantía de seguridad más sólida, y en realidad también la más barata, es el ingreso en la OTAN.
Si el ingreso en la OTAN no está sobre la mesa, aunque hayamos acordado que el camino de Ucrania
hacia la OTAN es irreversible, así lo hemos acordado. Así que, al final, Ucrania también debe formar
parte de la OTAN. Si no lo es en la primera fase, entonces todos los países que han ofrecido
garantías de seguridad tienen que responder a preguntas sobre tropas sobre el terreno, sobre
suministros de munición, para garantizar realmente la seguridad”, afirmó ayer Kaja Kallas en una
declaración tan similar a la del presidente ucraniano que podrían incluso confundirse. Las dos
opciones sobre la mesa para Kallas son la adhesión a la Alianza o la presencia de tropas de países
miembros, que son también las dos opciones que maneja Zelensky y son inviables como parte de un
acuerdo de paz con Rusia.
En su discurso, el presidente ucraniano exigió a Rusia que se gane la confianza del mundo paso a
paso, comenzando por un intercambio de prisioneros “todos por todos,” una idea que tantas veces se
repitió durante los años del proceso de Minsk y que Ucrania saboteó sistemáticamente. Ahora que
Kiev necesita recuperar a sus prisioneros, mucho más numerosos que los soldados rusos en manos
ucranianas, para reponer sus filas, Zelensky presenta la idea como una mano tendida a Rusia. Pero
más allá de esas falsamente generosas ofertas, el discurso ucraniano continúa centrado en sus
proclamas habituales. “La postura del presidente y la postura de todo el equipo sigue inalterada: no
puede haber compromisos en nuestra independencia, integridad territorial y soberanía”, afirmó ayer,
f
lanqueado por el ministro de Asuntos Exteriores y el presidente de la Rada, Andriy Ermak, mano
derecha de Zelensky. Recuperar sus territorios y entrar en la OTAN siguen siendo los dos objetivos de
Ucrania. Tanto Kiev como quienes defienden el apoyo incondicional a Ucrania mientras sea necesario
y abogan por continuar luchando hasta conseguir una posición de fuerza son conscientes de que
ninguno de esos objetivos puede conseguirse por otra vía que no sea la escalada militar, opción que
aparentemente se entiende como un mal menor. Como ha afirmado la primera ministra danesa
Mette Frederiksen, “la paz en Ucrania podría ser más peligrosa que la actual guerra *[PSOE]: La pata izquierda del fascismo en España

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