Tania, una de las heroínas de la Unión Soviética, y el marco de la defensa de Moscú como episodio decisivo de la Gran Guerra Patria
Tania, una de las heroínas de la Unión Soviética en el marco de la defensa de Moscú como episodio decisivo de la Gran Guerra Patria
...Tania, Taniusha, mi Tatiana,
¿Recuerdas ese tórrido verano?
¿Acaso podemos olvidar ese tiempo de amar?
Extracto de una canción soviética
En los tiempos actuales que se viven hay que expresarse con tacto, en un tono no desagradable, y debe imperar la conciliación, el deber ser “políticamente correctos”. En la sociedad capitalista del presente se reproduce la ideología de tomar café sin cafeína, tomar cerveza sin alcohol, comer mayonesa sin grasa, hablar de ciudadanía sin clases sociales o debatir de derechas y de izquierdas, pero no de socialismo.
En el desarrollo imperialista del capitalismo hay un empeño en pasar por alto la duda, y se tiene por denominador común pasar sin masticar lo que se dice. Este artículo sucinto se enmarca en recuperar la otra Historia –la no oficial–, y recuperar heroínas de la clase trabajadora mundial como Tania, quien no es un “héroe” ficticio, salido de un comic, como el Capitán América.
El enemigo se ha desarrollado de tal forma en el plano ideológico que infecta cuanto Aparato Ideológico tiene a su disposición. No se trata de cuestiones de nostalgia, sino de principios y que éstos sean sólidos; se trata de saber comprender el momento histórico del fenómeno: cuándo avanzar, cuándo asestar, cuándo recular y sí, a su vez, cuándo conciliar. No obstante, no hay que perder de vista ni los pasos del enemigo de clase ni de los de quienes se dicen revolucionarios, de habla, y son enemigos de la causa revolucionaria, como el caso de intelectuales afines a MORENA. Éstos han publicado literatura soviética –desde el Fondo de Cultura Económica–, como la obra escrita por Alexander Bek Los hombres de Panfílov , para después intentar negar los logros del socialismo con otra obra del mismo autor, de cuando éste ya era opositor al gobierno soviético, de título Un nuevo nombramiento[1].
__
¿Quién Fue Tania?
No pude evitar llorar mientras leía el escrito de Piotr Lídov acerca de Tania. Las lágrimas que resbalaron sobre mis mejillas fueron de rabia, llenas de odio contra los verdugos de aquella adolescente que hasta su último aliento luchó contra el fascismo, defendiendo la vida, defendiendo los ideales del socialismo. La historia de Tania se debe de saber y conocer. El periodista soviético Piotr Lídov hizo un esbozo de aquella adolescente, y dicho relato se publicó el día 27 de enero de 1942 en Pravda, periódico de la URSS.
Tania no habló en los interrogatorios, no dijo su nombre. Los fascistas no supieron que era de origen campesino, no supieron que su padre murió y ella sólo vivía con su madre, Liubov Timoféivna, y con su hermano, Shúrik. El nombre verdadero de Tania era Zoya Kosmodemiánskaya, tenía 18 años, apenas era alumna del décimo grado escolar en la URSS.
Tania es ejemplo de que una comunista ha de ser autodidacta. Ella leía literatura arduamente. Hacia anotaciones de los pasajes que le parecían importantes. En las transcripciones que hacía reflejaba la visión de mundo que quería y con el comulgaba. En los diarios que Zoya tenía se encontraron citas de Mayakovski, Chéjov y Chernichevski. La literatura y el hecho de vivenciar día a día la construcción de la sociedad socialista-comunista hicieron que aquella komsomola, durante los días de junio de 1941 en que presentaba sus exámenes finales, quisiera ser combatiente e inscribirse como voluntaria en un destacamento de cazadores. Piotr escribe de ello, “se despide de su madre y le dice: no llores, querida. Volveré como héroe o moriré como héroe”. Y Zoya no erró en su previsión.
Un decreto del Presídium del Soviet Supremo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas galardonó póstumamente a la komsomola guerrillera Zoya Kosmodemiánskaya con el título de Héroe de la Unión Soviética. Se trata de la distinción más grande que una persona pudiera obtener en la URSS.
Tania,Templada en el Acero
Transcurría el año 1941. El ejército nazi avanzaba por territorio soviético. Eran días en los que el Ejército Rojo se veía obligado a retroceder. Eran días en los cuales Hitler creía en la victoria del fascismo sobre el socialismo. Las hordas nazis se acercaban a Moscú, era el momento justo en que se requería que el pueblo soviético no dejara solo al Ejército Rojo.
Guerrilleros y komsomoles le plantaron cara al invasor nazi. Tania, komsomola de 18 años, fue una de ellas. Desafortunadamente cayó presa de los nazis. Al inicio éstos suponían que habían detenido a un guerrillero. Tania –escribe Lídov– se acercó al objetivo, metió entre los senos el revólver que llevaba en la mano, sacó de un bolsa una botella de bencina, vertió su contenido en el objetivo y luego se agachó a fin de prenderle fuego con una cerilla. En ese momento un centinela se acercó cautelosamente y la sujetó por detrás. El supuesto guerrillero logró apartar al alemán de un empujón y procuró empuñar el revólver, mas no tuvo tiempo de disparar. El soldado hizo saltar el arma de sus manos y dio la voz de alarma. Tania fue llevada a la isla en que vivían los oficiales. Sólo entonces éstos vieron que se trataba de una muchacha muy joven, alta, esbelta, de grandes ojos oscuros, pelo corto y oscuro peinado hacia atrás.
Piotr cuenta sobre el primer interrogatorio a Tania y con ello su primer encuentro con la tortura. Un oficial hacía preguntas a Tania. Ella le contestaba rápidamente sin titubear: “no”, “no sé”, “no lo diré”, “no”. Luego silbaban en el aire las correas, que azotaban por todo su cuerpo. Los dueños de la casa contaron más de 100 latigazos, pero Tania no decía ni una palabra. Y luego, de nuevo: “no”, “no lo diré”; sólo su voz sonaba más sorda que antes.
A esos nazis no les bastaron los latigazos contra Tania. Era invierno y la temperatura era gélida. Después del interrogatorio ella ya no traía gorro, ni sus botas, ni su ropa de abrigo, solo le quedaba su camisa y sus bragas. Tania, con el cuerpo cortado por los latigazos, caminaba sin ropa y sus pies descalzos pisaban el piso cubierto de nieve.
Los dueños de la casa en que los nazis mantuvieron bajo cautiverio a Tania narraron que ella tenía sus labios ensangrentados, y que estaban mordidos e hinchados. Los centinelas, además de los golpes, también ejercían violencia psicológica. Éstos se burlaban de Tania; y mientras se reían de ella, le acercaban a su barbilla cerillas prendidas.
Lídov continua esta historia desgarradora con los sucesos de la noche:
Cuando se cansaron, los soldados se fueron a dormir. El centinela empuñó el fusil y ordenó a Tania que se levantara y saliese de la casa. Iba tras ella a lo largo de la calle, apoyando casi la bayoneta contra su espalda. Luego le gritó “¡zurück!”, y llevó a la joven en dirección opuesta, descalza, casi desnuda. Estuvo andando por la nieve hasta que su torturador se quedó él mismo helado y decidió ya era hora de volver a un hogar caliente. Ese centinela estuvo guardando a Tania desde las 10 de la noche hasta las 2:00 de la madrugada y cada media hora la sacaba 15 o 20 minutos a la calle. Al fin relevaron a aquel monstruo. Su puesto fue ocupado por otro centinela. A la desdichada le fue permitido tenderse en un banco (110-11).
Ya por la mañana, los soldados comenzaron a levantar la horca en medio de la aldea. A Tania sus torturadores le colgaron en su pecho una placa de madera con la leyenda “guerrillera”. Así la condujeron a la horca.
¡Cuántas historias nos han regalado los comunistas, impregnadas de abnegación! Esas mismas historias que nos brindó Jorge Amado en su trilogía Los subterráneos de la libertad. Tania es otro ejemplo de que el o la comunista es un ser de otra estirpe.
A Tania los soldados alemanes ya le habían puesto la soga al cuello. Antes de quitarle los cajones de los pies, para que quedara colgada, sin permiso alguno de sus verdugos Tania dijo unas palabras a la gente que habían reunido en la plaza para ver la ejecución de aquella komsomola. Tania gritó con potente y clara voz:
-Eh, camaradas, ¿por qué miras con caras tristes? Sed más osados, luchar, golpead a los alemanes, incendiad, exterminarlos.
El alemán que estaba a su lado alzo el brazo y quiso pegarle, taparle la boca, pero ella rechazó su mano y prosiguió, -no temo a la muerte camaradas, es para mí una dicha morir por mi pueblo. Tania seguía diciendo. -Vosotros 6 ahora me ahorcarán, pero no soy yo sola, somos 200 millones. A todos no nos colgaréis (…) De todos modos, la victoria será nuestra, me vengarán.
Aquella comunista valerosa murió sin miedo, murió luchando por un mundo mejor, no obstante murió siendo prisionera de los fascistas. Ellos le torturaron para obligarle a que les diera información, pero no lo consiguieron. Murió sin traicionar a sus camaradas. Ella murió para que otros no corriesen con la misma suerte. A Tania la asesinaron, le quitaron su vida; pero murió como una heroína pues ella no se doblegó, ¡su memoria ha de proseguir latiendo!
Antes del Día de la Victoria
En los sucesos de la II Guerra Mundial, y de forma peculiar durante la Gran Guerra Patria , se suele tener presente la lucha y defensas de Leningrado y Stalingrado como batallas decisivas, que permitirían un giro de 180 grados a la situación prevaleciente. De tales acontecimientos se han escrito cantidad de libros, y cantidad de documentales se han filmado. Empero, la defensa de Moscú suele pasarse por alto, y más desde la historiografía oficial.
Los nazis acechaban a Moscú. Zhúkov cuenta que, a iniciativa de los moscovitas, en los primeros meses de la guerra fueron formadas 12 divisiones de milicia popular. Las instancias militares y las organizaciones del Partido seguían recibiendo miles de solicitudes de los ciudadanos para que los enviaran al frente. La respuesta del pueblo soviético ante el embate nazi era evidente y contundente.
La defensa de la capital requería de la unión en la lucha contra los nazis. El pueblo moscovita, con disciplina y abnegación, enfrentó con éxito el avance nazi que se sirvió sobre la capital. El mariscal Zhúkov agradeció de ello a la creación de las milicias populares. Por poner el caso de la derrota de los alemanes ante la población de Tula, en los alrededores de Moscú; una victoria debida a la lucha tenaz de la población de dicho lugar.
Las tropas germano-fascistas continuaban avanzando de a poco, aunque sufriendo ya significativas pérdidas bajo el periodo en que el mariscal Zhúkov se encontró al frente de las maniobras militares por orden de Stalin. Sin embargo, Moscú se iluminaba por las noches dadas las bombas que continuaban cayendo sobre la ciudad.
El primero de noviembre de 1941 fui llamado al gran cuartel general. José Stalin me dijo:
-Queremos celebrar en Moscú, además de la reunión solemne dedicada al aniversario de la Revolución de octubre, el desfile militar. ¿Cree usted que la situación en el frente nos permitirá realizar tales actos?
Le respondí:
En los próximos días no emprenderá el enemigo una gran ofensiva, ha sufrido en las últimas batallas cuantiosas bajas y se ve obligada a completar y reagrupar sus tropas (23).
El Ejército Rojo obligó a retroceder al ejército alemán, por lo cual le había respondido con un “sí” a Stalin respecto a la peculiar celebración de la Revolución Socialista de Octubre. En la víspera de tal celebración fue efectuada una reunión dedicada al XXIV aniversario de la Gran Revolución. Ello fue en la estación del Metropolitano Mayakóvskaya. Este acontecimiento daría un impulso moral al soldado soviético en cada trinchera de la guerra.
Moscú era un botín que quería Hitler…
El mariscal de la Unión Soviética Konstantín Rokossovski escribe:
La conciencia de que nos había sido confiada la tarea de defender los accesos de Moscú duplicaba nuestras fuerzas. Los combatientes juraron hacer todo lo necesario para derrotar al enemigo. Los relatos de la gente soviética que habían huido del territorio ocupado por los hitlerianos acerca de los escarnios y ferocidades cometidos por los invasores con la población civil y los prisioneros de guerra duplicaban el odio al enemigo y robustecía la decisión de luchar hasta la muerte (58).
Si tuviera algo de verosimilitud la narrativa burguesa de la opresión del pueblo soviético por parte del Partido Comunista, reproducida por el S2, ¿cómo puede explicarse que obreros, campesinos, mujeres, ancianos, la misma juventud, se organizaran en milicias para defender la patria socialista? Si la URSS fue un régimen opresor ¿cómo fue posible que el pueblo no sólo resistiera, sino que también luchara activa y abnegadamente contra el invasor nazi?
A mediados de noviembre de 1941 llegó el momento decisivo de la batalla por la capital. Desde la mañana del 16 de noviembre, el enemigo pasó a la ofensiva en todo el frente del 16 Ejército. Inmediatamente se determinó también en el sector en que asestaba el golpe principal. Era el flanco izquierdo del Ejército, es decir, el mismo sector de Volokolamsk defendido por la 316 división de tiradores y el regimiento de cadetes (63).
Los nazis avanzaban por tierra y también por las aguas del Volga. De día –narra Rokossovski– hacían retroceder dos o tres kilómetros a las tropas soviéticas. Eran momentos en que se sentía crisis al interior del ejército. Los nazis hacían valer la superioridad de su número de soldados, armas y tanques. Al contrario del discurso imperante sobre el “invierno ruso”, Rokossovski escribe:
Es preciso decir que la profunda capa de nieve y las grandes heladas dificultaban las maniobras de las tropas soviéticas fuera de las carreteras con el fin de cortar la retirada al enemigo. Así que los hitlerianos tienen que dar seguramente las gracias al duro invierno que les permitió retirarse de Moscú con mucho menos pérdidas, en vez de decir que las heladas fueron la causa de su derrota.
Es un error la limitante de lo emocional en el análisis y conclusión sobre los acontecimientos de trascendencia. Como puede verse en la historiografía oficial, con su odio al socialismo. Por otro lado, no fue el invierno ruso el principal factor de la victoria soviética, sino guerrilleras, komsomolas y comunistas como Tania, como Ludmila Pavlichenko. De igual forma, sin los millones de hombres y mujeres del pueblo soviético, sin el Ejército Rojo, sin el Partido Comunista, Moscú habría caído y probablemente los nazis hubiesen salido victoriosos.
Antes de terminar el escrito
Al término de la Segunda Guerra Mundial y hasta la fecha, la burguesía ha tergiversado la historia. Para ello ha empleado los más diversos Aparatos Ideológicos de Estado (A.I.E). Se ha presentado a los Estados Unidos capitalistas como el vencedor del fascismo. O, por otro lado, se ha mostrado al “invierno ruso” como el gran vencedor; cuándo éste en realidad sólo se trató de una condición que, en cierta medida, favoreció la lucha intrépida de millones de hombres y mujeres dirigidos por el Mariscal Stalin en el país de los soviets.
Conocer la historia de Tania ayuda a comprender y desmontar la narrativa del discurso universitario dominante de desacreditación de la construcción y defensa del socialismo en la URSS, incluidos en éste los propios intelectuales de MORENA. Los nazis no les arrebataron la vida a fanáticos de una ideología “impuesta”, de una ideología que la dirigencia soviética hizo que siguieran. La joven soviética, el joven guerrillero, el soldado del Ejército Rojo que cayeron en combate lo hicieron defendiendo ideales por los cuales estimó incluso dar la vida.
A los historiadores del poder, al S2[2], les incómoda reconocer que hay elementos para afirmar que el curso de la historia echa por la borda la distorsión de la figura de Stalin. El pueblo soviético no sólo no se unió a las hordas fascistas invasoras sino que, por el contrario, se organizó política, militar e ideológicamente con el Partido Comunista. El pueblo soviético creó jóvenes comunistas como Tania. En realidad, el ejército nazi alemán sucumbió ante el socialismo triunfante.
Tener presente la historia de Tania en la memoria colectiva, cuando el capitalismo sigue golpeando la condición socioeconómica de la clase trabajadora y la hija de familia proletaria debe dejar sus estudios por no poder pagar la colegiatura o sostener las responsabilidades que involucra, cuando la mamá debe redoblar esfuerzos porque la han corrido del trabajo y ya se acerque el pago del alquiler, entre otros tantos ejemplos, significa la necesidad de que entre la clase obrera el Partido Comunista logré, de manera organizada, destacar y formar cuadros. Heroínas y héroes que protagonicen con sacrificios y en silencio la lucha abnegada por una verdadera transformación social, que incentiven y canalicen las energías del pueblo trabajador por una nueva revolución. Que contribuyan a la percepción de que en el fondo de todos los males está la semilla y la naturaleza perversa del capitalismo. Leer el bello y valeroso relato sobre Tania es la oportunidad de comprender la necesidad de la práctica revolucionaria.
Referencias bibliográficas
PCUS. (s/a). Moscú 1941/1942 Stalingrado. Relatos de mariscales, escritores y publicistas. Moscú, URSS. Ed. Progreso.
[1] En esta novela, Bek intenta representar como fanáticos a quienes eran militantes del PCUS y cumplían con tareas de responsabilidad por estar al frente de otros cuadros del Partido. Tania no fue una fanática, fue una heroína de la URSS.
[2] S2 es una categoría que usó Lacan para designar al discurso universitario dominante. Véase: Lacan, J. (2019). Seminario 17. El reverso del psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina, Ed. Paidós.