Sergio Rodríguez Gelfenstein : De Bruselas a Riad, pasando por Múnich: Ocho días que estremecieron el mundo (I)

Foto: tass.ru

Los acontecimientos internacionales han tomado un ritmo extraordinariamente acelerado. He consultado con algunos colegas y hemos concluido que se está haciendo difícil seguir el movimiento de hechos que están conmoviendo, transformando y reestructurando el sistema internacional a una velocidad nunca antes vista por lo menos en los últimos 80 años. Lo cierto es que el mundo de la posguerra parece desmoronarse. El consenso logrado en 1945 en Yalta y Potsdam acaba de recibir un golpe mortal en Múnich.

Hagamos un somero recorrido de los acontecimientos de los últimos días para constatar esta aseveración que emana la impronta que la administración Trump le está imponiendo al mundo:

Hegseth afirmó que las realidades estratégicas actuales impiden que Estados Unidos siga siendo el principal garante de la seguridad en Europa. Estas mismas realidades obligan –según el jefe del Pentágono- a una reducción de las fuerzas estadounidenses en la región. La prioridad para Washington es enfrentar a China, a la que definió como “ un competidor de gran envergadura” porque tiene la capacidad y la intención de amenazar la seguridad nacional de Estados Unidos y sus intereses principales en la región del Indo-Pacífico. Hegseth subrayó que la disuasión de un conflicto con China en el Pacífico es la misión más importante de su despacho. Reconoció la escasez de recursos y la necesidad de tomar decisiones difíciles para garantizar que el proceso no fracase.

El Secretario de Defensa instó a los aliados europeos, miembros de la OTAN, a asumir un liderazgo activo. Les dijo tajante que: “La Casa Blanca ya no tolerará una relación desequilibrada que fomente la dependencia. En su lugar, la relación entre Estados Unidos y Europa se centrará en capacitar a los países europeos para que asuman la responsabilidad de su propia seguridad”.

Parafraseando el título de aquel famoso libro de John Reed, podríamos hablar de “los ocho días que estremecieron el mundo”. Los europeos están atónitos y, como lo demostró su reunión cumbre de París, absolutamente desarticulados y sin capacidad de respuesta. Asistieron a Múnich esperando que Vance hablara de asuntos relacionados con la seguridad y defensa del bloque europeo, pero en su lugar «atacó rotundamente» a los aliados de Washington denunciando «la desinformación, la información errónea y los derechos a la libertad de expresión». Según RT, “un alto funcionario europeo que habló con Foreign Policy bajo condición de anonimato dijo que Vance «mientras estaba en Alemania hizo algo en lo que los alemanes son bastante buenos: dar lecciones a otros».

Quien no fue sorprendida ni desarticulada fue Rusia. Desde 2014, con paciencia y visión de largo plazo articuló un plan que ha ido cumpliendo al pie de la letra. Hace unos meses, el presidente Putin esbozó su concepto de paz y su idea de nuevo orden internacional. Durante el foro “Interconexión de tiempos y civilizaciones, base de la paz y el desarrollo” que se celebró en Asjabad, capital de Turkmenistán en octubre 2024, explicó que: «…La paz global solamente puede lograrse teniendo en cuenta los intereses de todos los pueblos del planeta”. En su discurso en el evento, el presidente ruso dio a conocer que su país estaba convencido de que la “paz universal y el desarrollo integral solo pueden garantizarse teniendo en cuenta las opiniones de cada pueblo, respetando, al mismo tiempo el derecho de cada Estado a su propio rumbo soberano, a su propia cosmovisión, a sus propias tradiciones e ideas religiosas», señalando además que la mayoría de los Estados del mundo abogan por «una distribución más equitativa de los beneficios».

Este fue el soporte que permitió que la semana pasada los mandatarios de Rusia y Estados Unidos conversaran por teléfono y acordaran dejar atrás un período «absolutamente anómalo» de las relaciones entre ambos países, cuando no hubo contactos mutuos.****

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