Palabras sobre Mariana Mota
Fue buscando antecedentes, informaciones, jurisprudencia, todo aquello que sirviera para fundamentar nuestras solicitudes de juzgamiento a criminales de lesa humanidad en Chile que encontré la sentencia condenatoria al dictador uruguayo Juan María Bordaberry, dictada el día 9 de febrero de 2010 por la magistrada de ese país Mariana Mota.
Se trata sin duda de uno de los documentos más trascendentes registrados en la larga lucha de los defensores de Derechos Humanos en nuestro continente. Leí aquella vez un fallo valiente, audaz, y a la vez serio, claro, preciso, fundado, irrebatible.
Una decisión jurídica de importancia internacional que sin embargo había de costarle caro a su autora. Mal que mal, tocaba al Poder político y económico todavía vigentes en su país y que encontraba expresión en un sistema judicial genuflexo a ese Poder.
Naturalmente quisimos saber más de ella y sus sentencias y sobre todo conocer a su autora. Así fue como supimos que había participado activamente en el esclarecimiento de decenas de causas contra militares y civiles por crímenes cometidos en la dictadura cívico-militar que sufrió el pueblo uruguayo entre los años 1973 a 1984.
El destino quiso que tuviéramos una amiga en común, la destacada actriz uruguaya Liliana García. Fue gracias a ella que conocimos personalmente a la destacada jueza y tiempo después la teníamos en Santiago de Chile participando en un foro sobre el tema de las violaciones a los derechos humanos en nuestra región realizado por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, la Universidad ARCIS y la Universidad Central. Aquí recibió el aplauso y admiración de numerosos colegas abogados, jueces, académicos y en especial de las agrupaciones de derechos humanos.
Es conocido que tras su condena a Bordaberry, ella logró reactivar en Uruguay numerosas causas por violaciones a los derechos humanos perpetrados por la dictadura. Acción valiente que le costó su traslado a la justicia civil, además de la odiosidad de personeros vinculados a las Fuerzas Armadas del Uruguay que la hostigaron y le crearon dificultades para su investigación en recintos militares. Desde luego fue el caso del entonces Ministro de Defensa Eleuterio Fernández Huidobro. Pero nada logró intimidarla.
Durante el breve tiempo en que me desempeñé como Embajador de mi país en el Uruguay, pude volver a conversar con esta ilustre hija de ese querido país que ha dado a América Latina muchas otras ilustres hijas, cuyos nombres resumiré en el de la gran Belela Herrera.
Cada encuentro, cada conversación con la jueza Mariana Mota ha sido grato, pero además ha sido la ocasión de aprender más, de conocer más de los caminos del Derecho y de la Justicia en nuestros países, caminos no siempre fáciles de andar.
Pero en los que, con la sabiduría y la tenacidad de juristas como Mariana Mota, nos ha sido permitido llegar a puntos de avance que quizás no imaginábamos cada vez que presentábamos una querella criminal por delitos de lesa humanidad en contra de los genocidas de uniforme o de civil acá en nuestro país.