Otra vulgaridad social igual
Escribo para plantear algunas reflexiones acerca del coronavirus y el capitalismo, analizar y ver si existe algún tipo de relación entre ese virus y la sociedad histórica actual estructurada en torno a la lógica del capital.
Un primer razonamiento es que este no es un shock exógeno a la economía cómo podría plantearlo algún modelo macro del tipo que maneja la economía mainstream. El propio desarrollo del capital implica un desequilibrio ecológico que puede traducirse en la aparición de nuevas pandemias[1]. En aras del crecimiento del PIB, el incremento de los beneficios, se va contra los recursos naturales y la propia vida de las personas[2]. Cada capital busca valorizarse y no le preocupa mucho que tanto daño puede generar en el ecosistema, lo que le preocupa es que pueda proveer de plusvalía bajo la forma de ganancias. Como todos los capitales hacen lo mismo con una baja regulación, que cada tanto se van cuestionando y recortando, el desequilibrio ecológico se incrementa.
El segundo tema es que la pandemia termina afectando la valorización del capital. Suena patológico, y de hecho lo es, el automatismo del capital lo lleva a valorizarse pero esa misma valorización conduce a su propio bloqueo. Ese bloqueo se destraba básicamente despedazando personas y recursos naturales. Incremento de la población sobrante, baja de los salarios, incremento de la desigualdad, avance del capital sobre los bienes comunes. Todos estos son fenómenos económicos que traen otras consecuencias: angustia, suicidio, desastres ecológicos, enfermedades.
En el caso del coronavirus se paralizaron actividades. Eso tuvo consecuencias en la oferta de productos y servicios. Sin embargo, el virus se siguió extendiendo. Los fondos que gestionan los grandes capitales captaron el fenómeno y vieron que eso se puede llegar a traducir en reducciones grandes de beneficios. Esto último se traduce en las caídas de las bolsas, baja en los precios de materias primas y fuga de los capitales hacia el dólar para buscar seguridad ante la incertidumbre (por ello es el incremento del valor del dólar, más allá de los cuestionamientos que se pueden hacer respecto a la manera en que la política monetaria suavizó o no los shocks como lo hacía el gobierno anterior). Esto genera incremento en el costo de financiamiento a las empresas, lo que bloquea la valorización del capital. A los problemas de oferta, se suman los de demanda al faltar ingresos lo cual genera un círculo vicioso. En este momento, una política de recorte del gasto público es un llamado a la crisis: los privados recortan inversiones ante la incertidumbre y si el gobierno responde recortando se incrementa los efectos de la reducción de demanda agregada.
Quizás quienes se ven beneficiados de este caos son las empresas que producen y comercializan productos asociados a la higiene. El miedo exacerbado de la gente los lleva a comprar excesivamente productos sanitarios, mientras aquellos con menos recursos quedan desabastecidos. Un mismo fenómeno puede darse a nivel de los servicios de salud. En lugar de responder mediante la solidaridad, que es la forma adecuada en la cual como sociedad se pueden resolver las dificultades que plantea el virus, se responde con el más agresivo individualismo que conduce, paradójicamente, a una especie de psicosis colectiva[3]. En vez de responder con políticas de racionamiento para evitar un desabastecimiento innecesario, se deja todo librado a las fuerzas del mercado para que el efecto del virus caiga sobre la espalda de los que menos ingresos tienen.
En tercer lugar, quiero plantear un problema que nos atañe a aquellos que estamos inspirados en el marxismo. Siempre se cae en la tentación, admito haber caído en más de una vez, de esperar que cierto evento (como una crisis, una pandemia, el choque de las fuerzas productivas con las relaciones de producción) conduzca a la elevación de la conciencia de las masas y lleguemos a una sociedad poscapitalista. Deberíamos evitar este tipo de razonamiento y pensar que mientras no planteemos un nuevo conjunto de conceptos que permita una nueva estructuración de la realidad que conlleve el despliegue de novedosas prácticas más solidarias, lo más probable es que ante la crisis advenga un individualismo más extremo, con demandas más xenófobas, más odio en las calles, en fin, como señalan los Redondos el tipo de libertad del capital nos lleva a “otra vulgaridad social igual / Siempre igual, todo igual, todo lo mismo”[4]. Es más, pensar en el evento en el cual se produzca un convencimiento automático de las masas es patológico, lo único que hace es reafirmar la lógica del capital al no habilitar la creación y experimentación de las prácticas que posibiliten su superación.
Arte: Mural Brigada Guitarra Negra
[1] http://revistaanfibia.com/cronica/las-nuevas-pandemias-del-planeta-devastado/
[2] “La producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo, los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador” Carlos Marx, “El Capital” (2017, p.585), Editorial “Siglo XXI”.
[3] “Una paradoja ejemplar: la gente tiene una sola obsesión en la cabeza, la de sus más íntimos intereses. Al mismo tiempo, sin embargo, nunca ha estado más determinada en su conducta por los instintos de las masas. Y nunca como ahora esos instintos habían estado más lejos ni habían sido más extraños a la vida. Allí donde el oscuro instinto del animal encuentra la salida ante el peligro que se acerca, esta sociedad que sólo persigue su propio interés se lanza por el tobogán del miedo como una masa ciega, con la estupidez animal y sin la estúpida sabiduría de los animales…” Walter Benjamin, “Viaje por la inflación Alemana” en http://carpetashistoria.fahce.unlp.edu.ar/carpeta-2/fascismo-y-nazismo/viaje-por-la-inflacion-alemana
[4] Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, “Blues de la Libertad”.