Las lecciones de la literatura socialista (I). La literatura y la construcción socialista
Las lecciones de la literatura socialista (I). La literatura y la construcción socialista.
I
El arte es un reflejo de la realidad social, por lo que las obras literarias producidas bajo el periodo de la construcción socialista en la Unión Soviética permiten conocer el desarrollo de esa nueva sociedad, la forja del nuevo hombre y la nueva mujer; pero también la vida del Partido Comunista y sus militantes, quienes fueron el elemento esencial para la construcción del socialismo.
Por lo tanto, la lectura que los miembros del Partido Comunista debemos hacer de la literatura soviética debe tener un carácter militante que implica, además de disfrutar la dimensión estética de dichas obras, identificar y extraer las lecciones políticas que los autores conscientemente insertaron en éstas como aliciente para la labor de los militantes comunistas y los trabajadores que participaban en la construcción del socialismo: las enseñanzas relativas a la disciplina, el trato con las masas trabajadoras, la importancia del estudio político constante, la disposición a enfrentar las dificultades que van surgiendo en la creación la nueva sociedad, entre otras.
Tal vez las obras más conocidas del realismo socialista son Así se templó el acero y La madre , novelas que deben ser proporcionadas a los nuevos militantes y sobre las que se debe reflexionar en el colectivo de la célula. En cada una de éstas hay múltiples enseñanzas que sirven a los militantes comunistas para mejorar su labor, tanto por promover el trabajo abnegado o la entrega incondicional, desinteresada y constante a la Revolución; como también porque dan determinadas lecciones aplicables a la vida y al trabajo cotidiano de los comunistas, por ejemplo los cambios favorables en su vida personal que experimentó Pável Vlásov, el personaje de La madre , al convertirse en militante, o la importancia que Pavel Korchagin, personaje de la novela Así se templó el acero , otorga a la disciplina, el trabajo consciente y el cuidado de los materiales de trabajo.
La riqueza de la literatura soviética es colosal. Retrata las distintas etapas de la historia de la Unión Soviética. Es recomendable acompañar el estudio de la Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS , y los libros que pedagógicamente se recomiendan en cada capítulo éste, con la lectura de algunas novelas que muestran de forma concreta la aplicación de la política del Partido.
A continuación presento un breve recuento de novelas útiles para poder aproximarnos a un mayor conocimiento del proceso de construcción socialista de la URSS. En este recuento únicamente nos detendremos en ciertas obras, en otros casos sólo mencionaremos el título correspondiente. A sabiendas de que son muchas las novelas al margen de este recuento, esperamos que la lectura de este texto estimule la escritura de otras reflexiones al respecto.
II
En la literatura soviética hay retratos literarios de los años previos a la Revolución Socialista de Octubre. Como hizo Gorki en La madre al capturar las luchas que surgieron entorno a la revolución de 1905; o Kazakevich en El cuaderno azul , que dibuja la situación de Lenin en la clandestinidad mientras escribía El Estado y la Revolución , para argumentar a favor de la insurrección que dio inicio a la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917. Otras novelas, como Así se templó el acero , retratan tanto parte de la situación de vida de la clase obrera previa a la Revolución de octubre como el inicio y desarrollo de ésta.
También hay novelas que evocan el proceso librado durante la guerra civil para consolidar el Poder Obrero y hacer triunfar la Revolución de Octubre. Es el caso de Chapáyev el Guerrillero , escrita por Dimitri Furmanov, mismo que fungió como comisario político y lo cual le permitió, además de describir hechos de guerra, reflexionar sobre la importancia de los héroes populares como el mismo Chapáyev, que surgen del pueblo, y la labor política que los comunistas deben hacer entre éstos. Por ejemplo, lidiar con sus atrasos ideológicos y políticos, con aspectos de su personalidad y disciplina, así como enfrentar otras vicisitudes que deben ser solventadas positivamente para que su labor se sume plenamente al torrente de la revolución, al proceso de lucha y transformación concebido por el Partido Comunista. Esta novela en particular también inspiró una película, donde se muestra humanamente al héroe Chapáyev, con sus errores y aciertos, pero siempre exaltando su figura a la altura de un hombre que contribuyó a la Revolución. Algunos estudiosos soviéticos compararon a este héroe soviético con Francisco Villa, buscando algunas similitudes, pero también contrastando la forma en que ambos héroes fueron retratados en el cine. Mientras en el cine soviético se exaltaba a Chapáyev; en cambio las primeras películas nacionales sobre Villa, bajo la Revolución Mexicana, generaban una visión negativa sobre el “Centauro del Norte”, reproduciendo mitos y calumnias en su contra. Esto no es casual pues la Revolución Mexicana con su carácter democrático-burgués, que llevó a unos nuevos explotadores al poder y consolidó el capitalismo en el país, negó, combatió y desvirtuó la figura de los caudillos populares.
Otras novelas sobre el proceso de la Guerra Civil, y que describen las hazañas del ejército rojo y los militantes comunistas, son Caballería roja , El torrente de hierro y El 41 , de Boris Lavreniov. Detengámonos en esta última novela. La historia de El 41 tiene como protagonista a una francotiradora del ejército rojo que durante la guerra civil ajustició a 40 enemigos del pueblo; pero que justamente falla al disparar sobre quien sería el número 41, un “oficial del blanco” (un defensor del orden establecido de explotación favorable al gobierno zarista) y quien resulta tener información importante para sus superiores, por lo que es capturado como prisionero por la francotiradora. Por azares o circunstancias del destino estos dos personajes se encuentran a solas por un periodo de tiempo, lo que les permite convivir, conocer mutuamente su respectiva dimensión humana y hablar sobre sus expectativas, ambiciones y cosmovisión del mundo. Al grado de que este encuentro propicia el surgimiento del amor, y con él la tentación de que la francotiradora abandone la guerra con el oficial blanco, que es un noble, y que podría garantizar para ambos una vida desahogada.
Un giro en los acontecimientos ocurre cuando miembros del ejército blanco llegan hasta donde están los recién enamorados. El oficial blanco decide acercarse a los suyos, lo que implicaría entregarles información importante que seguramente afectaría al ejército rojo. Con esta situación el autor de la novela nos coloca ante la reflexión sobre la conciencia de los comunistas y la relación con los demás elementos de nuestra vida; y subraya que en medio de las guerras y las revoluciones también puede surgir el amor, pero el amor que se fragua de forma expedita y en tales condiciones enfrenta la disyuntiva de elecciones trascendentales.
Aunque en el corazón de la francotiradora había surgido un sentimiento de amor hacia el oficial blanco, al final de cuentas se impone la conciencia de clase. La conciencia de saber que la revolución socialista es algo que va más allá de sus intereses y deseos individuales, de su propio amor por un hombre con el que de por sí no comparte lo que ahora ha pasado a ser esencial para ella: la disposición a dar su vida por el socialismo, generador de bienestar y felicidad para todas y todos los trabajadores. La reflexión implícita clarifica la conciencia de la francotiradora, misma que entonces sabe que resultará difícil ejecutar su deber, pero al menos ya no duda más: como miembro del ejército rojo no puede dejar escapar a un prisionero, y más cuando éste tiene información delicada. Así, pese a todo, la francotiradora consuma la muerte del número 41, el oficial blanco de quien se había enamorado.
También hay otro conjunto de novelas que retratan el proceso de construcción socialista en los centros de trabajo, en las comunidades de obreros y campesinos. A este respecto una novela ejemplar es El cemento , de Fiódor Gladkov, trama durante la cual la labor comunista ya no está centrada en la guerra sino en el frente de la producción, es decir en reorganizar y poner en pie la industria, en organizar a los obreros y fortalecer al Partido. En esta novela, contrario a lo pregonado por quienes critican al realismo socialista, no aparecen héroes intachables sino que pone el acento en que la construcción socialista implicó vencer defectos personales tanto de personas ajenas a la militancia como de los propios miembros del Partido que ocupaban cargos de dirección intermedia.
Ejemplo de novelas a propósito del periodo de construcción socialista, posteriores a la guerra civil y durante la implantación de la Nueva Política Económica (NEP), son Las doce sillas y su continuación El becerro de oro , obras de Ilf y Yevgueni Petrov que retratan los vanos intentos de un personaje y sus secuaces por enriquecerse en medio de l a nueva organización económica que consideraba, pese a la inversión de capitales privados, el acotamiento de las relaciones mercantiles y la lucha contra éstas y la explotación asalariada.
Con la idea de que la clase obrera y los campesinos son los protagonistas de la historia, y por tanto su actividad y vida deben ser resaltados en la literatura para reconocerlos a la par que impulsarlos a intervenir en el proceso de construcción socialista, en la Unión Soviética se cuidó que las condiciones materiales favorecieran que los trabajadores escribieran, siendo además estimulados a ello, y que quienes tenían interés y dotes en esta materia se convirtieran en escritores profesionales. También se impulsó a los escritores a que fueran al campo, a las fábricas y a la industria en general, a los barrios obreros, y representaran a la clase obrera como hacedora de la historia, como constructora del socialismo junto al Partido Comunista.
Esto fomentó el género literario de la “novela de producción”. En donde los obreros, los ingenieros, su labor común en la producción, su papel político en el socialismo, son exaltados. Una de las mejores novelas de este género es Timofei Corazón abierto. Es la historia de un químico cuya labor en la industria de la transformación del acero, durante la construcción socialista, le demanda mayores horas de trabajo y de estudio; mayor limpieza en la administración y supervisión de los trabajos; así como el conocimiento profesional y el trato adecuado con los obreros e ingenieros que permita al colectivo de producción moverse y desempeñarse con los mismos objetivos. Es decir, el esfuerzo de conjunto para desarrollar la industria soviética y ampliar su producción para cumplir con los planes quinquenales.
Respecto a la construcción de las relaciones socialistas en el campo, del proceso de colectivización de la tierra y la creación de Koljós y Sovjós, una novela de consulta y estudio obligados es Campos roturados. Obra que instruye sobre la forma en que los miembros del Partido Comunista debían hacer el trabajo entre los campesinos, sobre la labor de allegarse a los elementos más avanzados del campo o el arte de explicar y hacer que éstos comprendieran las ventajas y los beneficios del proceso de colectivización. Esta obra también señala que la construcción del socialismo exige de los militantes la vinculación activa y estrecha con las masas y contribuir a que éstas adopten y enriquezcan las orientaciones de la construcción socialista que planteaba el Partido. Esta es la trama que vive el personaje de Campos roturados quien, siendo un obrero y por su avanzada conciencia, es enviado a promover el proceso de colectivización; ahí tendrá que ganar terreno y simpatía entre los campesinos, que al comienzo lo ven con desconfianza, y cuya labor le permitirá encausar la lucha de los campesinos pobres contra los restos de los Kulaks, los grandes terratenientes rusos.
Tal vez la literatura que más difusión tiene sea la que evoca la Gran Guerra Patria, denominación dada a la guerra de la Unión Soviética contra las fuerzas nazifascistas durante la Segunda Guerra Mundial. Algunas de estas obras son El comité regional clandestino actúa de Alexéi Fiodorov; La joven guardia de Fadeyev; Un hombre de verdad de Boris Polevoi; así como Los hombres de Panfilov y La carretera del Volokolams , de Alexander Bek. Mención especial merece Vasili Grossman, pues obras como Años de guerra 1941-1945 , El pueblo es inmortal y Leningrado-Stalingrado. Dos epopeyas han sido opacadas por la exaltación que los reaccionarios hacen de la etapa en que este autor critica a la Unión Soviética tras la Gran Guerra Patria y por la cuestión en torno a El libro negro ; cuestiones que, por lo demás, no implican negar las obras que Grossman escribió exaltando la lucha del ejército rojo contra las huestes nazis. Dejamos para otra ocasión el análisis de las obras que abordan este periodo.[1]
Se podrían referir muchas obras más, pero las mencionadas permiten demostrar que la Unión Soviética registró por medio de la literatura su desarrollo histórico. De igual forma, queda por abordar cómo la literatura reflejó los cambios acaecidos en la Unión Soviética luego del XX Congreso del PCUS, tanto en los aspectos de lucha interna contra elementos reaccionarios como Jrushchov, como ante el fomento a las relaciones mercantiles. Es decir, queda pendiente ver la manera en que la literatura soviética manifestó el avance de la contrarrevolución que alcanzó su triunfó definitivo en 1991.
III
Esta reflexión es un llamado a que cada obra leída por los militantes se convierta en elemento vivo que nutra el trabajo cotidiano. Que no sea limitada a sólo ser acervo cultural personal; o, peor aún, a que los libros se conviertan en elemento de colección, que es lo mismo que sepultarlos y acallar a sus autores. Un libro de literatura cumple su cometido, en general, si permite que el lector disfrute de la experiencia estética que provee; pero la literatura socialista requiere además, para cumplir su cometido, que el lector asimile las enseñanzas que contiene y aplique dicho aprendizaje en la práctica. Labor allanada por los autores soviéticos, esforzados en exponer por episodios, bajo el contexto de las labores cotidianas, las lecciones generales que pueden ser aplicadas a situaciones similares.
El contenido político de la literatura socialista y su carácter revolucionario se pierden si únicamente se lee por el gozo del arte. De ahí que la literatura soviética es odiada por los partidarios de las corrientes burguesas que exaltan “el arte por el arte”, la supuesta neutralidad del arte y la libertad abstracta que fomenta el individualismo de los autores y el contenido enajenante de sus obras ligeras, que en nada enriquecen el espíritu de los lectores.
El esfuerzo creativo de los autores soviéticos, y el extraordinario esfuerzo editorial de la Unión Soviética, que nos ha permitido conocer estas obras, deben ser reconocidos y honrados a través de una lectura atenta y militante de la literatura socialista en interés del fortalecimiento de la labor militante, tomando cada obra como un acervo de conocimientos que deben ponerse en práctica en las tareas que día a día se le presentan a los comunistas.
[1] El libro negro sobre la malvada exterminación de los judíos por los invasores fascistas alemanes en las regiones provisionalmente ocupadas de la URSS y en los campos de exterminio de Polonia durante la guerra de 1941-1945. La redacción de este libro estuvo a cargo de Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman, pero participaron 38 autores más.