“Homicidios eran los de antes”
El pasado 27 de marzo el diario El Observador publicaba una noticia cuyo titular era:
“Cuatro asesinatos en 24 horas; Fiscal de homicidios dice “que es una locura” la cantidad de trabajo que tiene”
Salvo la referencia de Morales (fiscal de homicidios), a la “locura” del trabajo, no aparece a lo largo de la nota, ninguna de las “clásicas” expresiones que hasta hace muy poco acompañaban las noticias sobre esta tipología delictiva.
Hoy mientras termino esta nota, el mismo diario publica una nota cuyo título sigue la misma lógica del anterior: “A prisión cuatro personas tras el pico de homicidios en los últimos días”
No ha habido, en lo que va del mes de marzo (un mes que va cerrándose ya con un record de homicidios), por ejemplo, en el diario del gobierno, ningún editorial similar a aquél que en su momento escribiera el actual subsecretario del ministerio del Interior, Dr. Guillermo Maciel, cuando el 29/07/2018 describiera al gobierno de entonces como “gobierno fallido”.
Nos decía entonces, quien fuera el responsable de Fundapro y hoy es subsecretario del ministerio del Interior:
“… Cuando la gente pensaba que nada más los podía sorprender, luego de ver que rapiñan a policías o que vuelan cajeros a metros de seccionales, la realidad los asombra nuevamente.
En efecto, ahora los delincuentes tirotean y rapiñan ambulancias que van a asistir emergencias; asaltan a jóvenes voluntarios que reparten comida a personas carenciadas; roban escuelas; los carteros del Correo no entregan correspondencia en 10 puntos de Montevideo aduciendo que son “zona roja” y donde es frecuente que los asalten; las aseguradoras recibieron 45% más de denuncias por robo de automóviles en el primer semestre; y la per- la es un ciudadano que filma dentro de la Seccional 6ª de Policía, donde no hay nadie.
Una vez más la reacción, en lugar de atacar las causas (atrapar a los delincuentes) es tomar medidas sobre los efectos. Se le pone luces “verdes” a las ambulancias, se limitan la cantidad y horario de los cajeros, o se imparten cursos de qué hacer cuando los vengan a rapiñar…”
En el “desarrollo de su “análisis”, el actual señor subsecretario señalaba:
“… Hay que tener bien en claro que los principales responsables de la inseguridad son: primero, los delincuentes por su accionar, y segundo, el gobierno por su responsabilidad en no combatir eficazmente el delito.
Hay que comenzar respaldando a la policía y restableciendo la autoridad. El ministro es el primer policía y debe estar presente no para imputarle si no llevaba chaleco o estaba fuera de horario cuando fue asesinado, sino para acompañar a la familia en el dolor, yendo al sepelio y el entierro. Donde la premisa en lugar de culpar a la víctima, sea perseguir a los responsables. Debe priorizarse vaciar las calles de delincuentes, en lugar de vaciar las cárceles. A su vez invertir la ecuación familias enrejadas y delincuentes libres…”
Para el entonces director de Fundapro, en el gobierno “… Parece que han olvidado que la esencia de la política es tratar de solucionar los problemas a la gente. Y que en materia de seguridad pública lo que está en juego es la vida de las personas. La actual anomia del Estado en seguridad pública es intolerable…”
Y como ya en esos años, la cuestión de la seguridad pública estaba “cómodamente” instalada en las discusiones pre electorales, afirmó: “… Un politólogo afirma que “el tema seguridad pública no mueve la aguja electoral”. Y no, seguramente no la mueva, porque como están las cosas, ya se la habrán robado, la aguja, el reloj y quién sabe cuántas cosas más” agregaba, dando a su “editorial” ese tono apocalíptico necesario para sostener la tesis de un “gobierno fallido…”
No hay empero que cargar solamente al señor Maciel, todas las “tintas”, hubo, “nobleza obliga”, apariciones en prensa mucho más dramáticas y casi que podría decirse “estrambóticas”.
“Estamos como en Vietnam” titulaba el mismo diario “El País” una nota de alguien que tomaba como referente los “análisis” de Fundapro.
La nota en cuestión apareció publicada el sábado 08/06/2018 y en su “colgado” decía: “Arrecia inseguridad”
Vale la pena reproducir parte importante de la misma:
“@|Con unos 40.000 asesinatos por año, ¿se podría afirmar que no estamos tan mal?
“El primer año de Vázquez, en 2005, cerró con 190 homicidios. En su segunda presidencia, en cinco meses se suman 190 homicidios… podríamos llegar a.… unos 400 asesinatos en el año”. Declaró G. Maciel, director de Fundapro.
Solo para que se hagan una idea de la magnitud del problema. Si Uruguay tuviera la población de EE.UU., con esta tasa de asesinatos, tendríamos unos 40.000 homicidios por año, dado que EE.UU. tiene 100 veces más habitantes que Uruguay.
La guerra de Vietnam, significó unos 50.000 soldados norteamericanos muertos.
Dicha cifra resultó intolerable para la ciudadanía americana y generó una enorme ola de protestas, que culminó con el retiro del país de la guerra.
Nosotros, producto de la violencia criminal, en un solo año llegamos casi al equivalente para nuestra población.
¿Cuántas guerras de Vietnam más deberemos sufrir para que el gobierno reaccione?
¿No estamos ya frente a un estado de guerra interno entre la ciudadanía y la delincuencia?
Realmente es difícil de comprender; ¿cómo es que siguen pensando que esta situación de alarma pública es producto de la exageración de los medios y de reacciones oportunistas de la oposición?
Una de las funciones primordiales de un gobierno es proteger la vida y la seguridad de sus ciudadanos, tanto de amenazas exteriores como internas.
Dicha obligación está escrita en la Constitución de la República.
Si el Estado no lo hiciere, perderá legitimidad y autoridad, y otros terminarán asumiendo las funciones y el rol que las autoridades omiten cumplir.
Esto es fácilmente palpable hoy en día en las redes sociales. Arrecian los pedidos y expresiones de justicia por mano propia, de pena de muerte a los delincuentes, o de castigos y ejecuciones extrajudiciales.
El gobierno parece no valorar adecuadamente la dimensión del problema.
Es de suma gravedad para el gobierno no asumirlo, ya que lo lleva a no actuar eficazmente para revertir esta situación, que ya es un estado de guerra interno, a punto de derivar en una anarquía, donde la autoridad y la presencia del estado comienzan a desaparecer en sectores cada vez mayores del territorio.
Mientras tanto, los ciudadanos inermes e indefensos ante la delincuencia, no ven otra solución que hacerse cargo de su propia defensa.
La defensa de la vida, la supervivencia en situaciones adversas, es un fin primordial del ser humano.
Nada bueno puede esperarse de esta situación, y su esperable empeoramiento ante la anomia e inercia oficial, llena de explicaciones, y culpabilizaciones ajenas, pero sin cambios en su accionar, a pesar que año tras año, la inseguridad no ha parado de incrementarse…” concluía la nota.
Podríamos enumerar muchos ejemplos más, pero no vale la pena.
Alcanza con constatar cómo desde el 1 de marzo, esta presencia, otrora insistente, de lo que cotidianamente fue alguna vez la “crónica roja”, dejó de tener esa histórica presencia y luego, ese peculiar uso político que de la misma hicieron, algunos de los que hoy se encuentran al frente de las agencias de gobierno, responsables de dar respuestas a las problemáticas del delito, en general y de los homicidios, en particular.
Marzo va concluyendo y los datos existentes sobre el número de homicidios, 31 homicidios al día de hoy, señalan que el guarismo actual es superior al que se produjo en el mismo período del año pasado cuando se registraron 25 homicidios y se clamaba a gritos la renuncia de Bonomí.
El ministro del Interior, Dr. Jorge Larrañaga, en ocasión de dar comienzo a su “política” de seguridad pública, luego de tomar posesión del cargo de ministro, afirmaba ante los medios de prensa “que se había empezado a hacer lo que no se hizo en 15 años”, la frase sintetiza de alguna forma el pensamiento de su actual subsecretario en el editorial, al que anteriormente, hicimos referencia.
¿Aplicará ahora el actual subsecretario del Interior aquél concepto suyo de “gobierno fallido”?
¿O se lanzará, nuevamente a afirmar, como hiciera en aquél editorial? que:
“Cambiando el gobierno no se arreglará todo. Pero, manteniéndolo no se arreglará nada”