Euskal Herria. “La infiltrada”, premios, falsas casualidades y guerra cultural

Por Colectivos de personas afectadas por infiltraciones policiales / Resumen Latinoamericano, 26 de febrero de 2025.

foto de la película: El Estado usa a ETA y un guion enterrado más de diez años para que la cultura limpie la figura de los policías infiltrados en movimientos sociales.

El pasado 11 de octubre, un día antes del despliegue militar y policial más grande del Estado que celebra el genocidio americano, se estrenó en los cines la película La infiltrada. Su argumento gira alrededor de la historia de cómo una policía nacional, formada, como todos los policías, en Ávila, se infiltró en ETA en los años 90.

Esta película está producida por María Luisa Gutiérrez , socia fundadora de Bowfinger International Pictures, y, según ella, aborda enseñar “las cloacas de ETA”, esas que el gobierno estatal siempre saca a relucir cuando le interesa y que sigue usando para justificar sus prácticas represivas. En palabras de Gutiérrez, todo surge durante una cena en su casa cuando una persona responsable de la policía nacional le cuenta el caso en primera persona.

Sin embargo, poco habla de las cloacas del Estado que cada vez están más expuestas, aunque se nieguen a reconocerlo. La película intenta sintonizar el público con la figura del policía infiltrado, enseñando los debates internos de la infiltrada y poniéndola en el papel de víctima de su propia infiltración. Creyente ferviente de la causa, hecho que le imposibilita poner límites, acaba quedando atrapada en su propia tela de araña. Todo ello explicado sin prestar ningún tipo de atención a las personas a quien engaña y manipula, que pasan a ser tan solo parte de un decorado caricaturesco y, en todo caso, el mal menor.

Las guionistas son Amèlia Mora , autora del guion de la película infantil Copito de Nieve (2011), y la propia directoraArantxa Echevarría , autora también de Carmen y Lola (2018) y Chinas (2023), ambas criticadas desde colectivos racializados, por fomentar la creación de imaginarios y la consolidación de estereotipos sexistas y racistas, aunque como guionista y directora Echevarría es vista como “feminista”. La documentación de la película corre a cargo de Pablo Muñoz , “periodista” del ABC , condecorado con la medalla de plata al Mérito Social Penitenciario, la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco y Premio de la Fundación Policía en la modalidad de periodismo escrito.

La productora explica, en varias entrevistas, que este proyecto no es nuevo, que llevaba más de diez años intentando encontrar financiación. ¿Casualidad que la encuentre en septiembre de 2023? Justo después de que se revele que Marc, Dani, Ramón, Mavi, María, Sergio, Lucía, Carlos y Marian se habían pasado años infiltrados en nuestras vidas. De repente ese proyecto aparcado viene de lujo como arma de guerra cultural. Es entonces cuando acabará siendo financiada por el ICAA, organismo
adscrito a la Secretaría de Estado de Cultura, que le concedió una ayuda de 1.200.000 millones de euros en septiembre de 2023. También contó con la participación de CREA SGR, entidad financiera privada supervisada por el Banco de España, creando un nuevo relato para ensalzar la figura policial en un momento de horas bajas y cuestionamiento público.

Nada en esta película nos parece casual, por eso, una vez más, decidimos****no quedarnos calladas. No solo queremos señalar que el momento no nos parece casualidad, sino que la propia película hace pequeños guiños hacia la actualidad, explicando las diferencias entre un agente encubierto y un policía infiltrado. Y desvinculando según qué operaciones y formas de sus mandos jerárquicos. ¿Será este un modo de limpiar la sombra del señor ministro?

Cabe puntualizar, también, que el hecho de elegir la historia de una policía permite teñir el film de color lila y hacerlo pasar por una reivindicación feminista retratando una época, no tan distinta a la actual, en que las mujeres tenían que luchar su presencialidad.
Argumento lícito, pero cogido por los pelos, que permite edulcorar y limpiar lo que la película busca que interioricemos: la justificación a toda costa de las infiltraciones policiales y la tortura. Porque sí, la infiltración y las prácticas que conlleva son tortura. La manipulación, el engaño y todo el daño psicológico que generan, así como los, poco nombrados en el film, maltratos, también físicos perpetrados por los cuerpos policiales en las comisarias son tortura.

Llevamos dos años y medio denunciando infiltraciones en movimientos sociales, dos años donde hemos visto cómo el Estado no teme saltarse ninguna línea roja.Movimientos por el derecho a la vivienda, asambleas libertarias, vecinales, luchas por el territorio, feministas, antirracistas, ecologistas, independentistas, sindicatos y un largo desfilar de gente que intenta luchar por un mundo un poco más digno en el que vivir han sido objetivo de un plan de Estado para investigar las disidencias. No han dudado en meter gente en nuestras asambleas, pero tampoco en hacerlo en nuestras casas, nuestras familias, nuestras camas y nuestras vidas.Y mientras las personas afectadas pedimos respuestas se estrena una película que vanagloria el papel del policía infiltrado, dando a esta figura una importancia que la eleva a héroe.

Así pues, mientras el Ministerio de Interior sigue sin dar respuesta a todas nuestras preguntas, la justicia sigue sin admitir nuestras querellas y se nos niega cualquier explicación o investigación sobre los hechos, nosotras seguimos destapando infiltrados en nuestros entornos. Una vez más, la maquinaria del poder pone al entramado cultural en marcha para poder crear un discurso de necesidad social o falsa seguridad, usando a ETA, que permitan edulcorar métodos que son tortura.

Ahora es temporada de premios en el mundo del cine; han sido los Gaudí, los Feroz, los Forqué y este último fin de semana, los Goya. De repente, tenemos a personas nominadas y galardonadas por todas partes dando entrevistas. Algunas se han hecho más virales que otras, como la deCarolina Yuste en Carne Cruda. En ella la actriz afirmaba que “como sociedad no nos podemos permitir usar el dolor, la herida de toda una sociedad y las víctimas, como armas arrojadizas y para sacar rédito”, añadiendo que se
debe “usar el arte para generar diálogo, para reconstruir”. Al escuchar sus palabras, solo nos apetece usar sus mismas declaraciones para decirle: “Oye, Carol, ¿nos podemos tomar un café en un bar y hablar de cómo mercantilizas una historia y la describes desde el feminismo obviando la violencia estatal que algunas hemos sufrido?”.

Conocemos de cerca la incertidumbre, el miedo, la impotencia, el dolor y la rabia que generan las infiltraciones

Queremos pensar que las guionistas, directora, actrices, no entienden las relaciones que nosotras señalamos y denunciamos, pero queremos ir más allá. Al final ellas solo son una muestra más de una despolitización y falta de discurso crítico generalizado. No se puede hablar de infiltraciones en ETA o en movimientos sociales y diferenciarlas.Al final las infiltraciones parten de la base de que las personas afectadas somos meros objetos y eso pasaba en los 90 y pasa ahora. La historia nos cuenta cómo las infiltraciones en movimientos sociales sirvieron de entrenamiento para infiltrados que luego se trasladaron a Euskal Herria. Casos como el deÁngel Andrés Ferreiro nos demuestran como no hay líneas entre infiltraciones. Ángel estuvo infiltrado en movimientos libertarios en Barcelona, fue trasladado a Euskal Herria, más o menos en la misma época en la que se basa la película, y en un permiso mató a su pareja Mayca, quedando todo tapado por el Estado en pro de su seguridad, sin preocuparse de los “daños colaterales”.

La misma Carolina Yuste, al recoger su premio a mejor actriz por este papel, habla de las heridas, de recoger aquello que nos hace daño para intentar sanar, de no usar la herida y el dolor de tantísima gente para sacar rédito político, hablando de respeto y amor. Al final todo esto revictimiza y vuelve a objetizarnos a las personas que hemos tenido cerca a un infiltrado. Al final esta película saca rédito de nuestro dolor, de nuestra herida, sin ningún respeto ni amor. Respeto y amor que sí tenemos la suerte de haber encontrado entre nosotras y por ello, juntas, decidimos no callar, escribir sobre este hecho, intentando huir, una vez más del papel de víctimas. Conocemos de cerca la incertidumbre, el miedo, la impotencia, el dolor y la rabia que generan las infiltraciones.

La aparición de un Goya “ex aequo” en el último momento para poder nombrarla mejor película junto con otra, algo insólito, nos hace pensar que hasta podemos inventar nuevos premios para que la sociedad siga hablando de esta película. Y, de esta forma, el Estado a través de la cultura siga lavando los platos sucios. En vez de dar respuestas claras, que vayan más allá de acogerse a la ley franquista de secretos oficiales.

En definitiva, tenemos claro que esta película es solo un panfleto propagandístico que busca justificar la existencia de estos agentes en un momento en que ETA ya es historia, pero que sigue sirviendo como coletilla para ensalzar la nación y justificar las prácticas represivas del Estado. Al intentar hacer de la cultura y el feminismo un arma para dar otro aire, cambiar el foco,La infiltrada únicamente demuestra que ni la directora, ni las guionistas, ni la actriz, pretendidamente feministas, no han entendido nada.

“¡Hazte cargo tía, hazte cargo!”.

fuente: Haize Gorriak

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