El USS Detroit, provocación sobre la costa venezolana

El pasado 21 de enero el USS Detroit navegó aproximadamente a 26 millas de la costa venezolana cerca de Caracas, este movimiento naval, que fue reconocido por Craig Faller, jefe del Comando Sur, fue con el fin de recolectar información y datos de inteligencia militar.

Aunque es claro que no toda la estructura estatal estadounidense está de acuerdo con una invasión militar a Venezuela, el sector más conservador, que ahora gobierna en cabeza de Donald Trump, continúa con la cruzada que presiona el recrudecimiento del bloqueo económico y una invasión militar a ese país caribeño.

Como había sido anunciado en la Cumbre Hemisférica contra el Terrorismo realizada en Bogotá, Estados Unidos (EEUU) ha desplegado varias unidades militares desde los primeros días de enero, estas unidades que incluyen cerca de 100 paracaidistas por un lado y dos unidades marítimas de gran calado por otro, hacen parte de varios ejercicios multilaterales dentro de lo que han llamado el “área de responsabilidad” de EEUU, que abarca desde el sur de la Florida hasta el Cono Sur.

En esa perspectiva y a partir de la asignación de dicha área de responsabilidad, desde Washington se desarrolla cada año una serie de maniobras puramente militares que son presentadas a la opinión pública como parte de la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo o como ejercicios de intercambio de conocimiento con las fuerzas militares de los países que se alinean bajo la orientación de la Casa Blanca, la cantidad de estos ejercicios y maniobras ha aumentado exponencialmente desde los cambios de gobierno de varios países de Sudamérica, pues mientras estuvieron al frente gobernantes progresistas, este tipo de ejercicios fueron suspendidos, y únicamente países como Colombia y Perú mantuvieron una relación estrecha con el Comando Sur.

Este mismo cambio en la correlación de fuerzas en la región,ha permitido el aumento de la presencia militar norteamericana en el continente por medio de la instalación de bases norteamericanas en varios países, como la de la triple frontera en Brasil durante el gobierno de Temer y la de Vaca Muerta en Argentina con Macri. De igual manera el despliegue de maniobras marítimas se ha multiplicado desde 2016, fortaleciendo los ejercicios multilaterales, como la competencia de Fuerzas Comando que se realizó por última ocasión en Colombia en junio de 2019.

Todos estos ejercicios que se han realizado entre Panamá, Puerto Rico, Colombia, Chile, Perú, Brasil y las Antillas han tenido dentro de sus tareas de control territorial sobre el “área de responsabilidad norteamericana” estudiar cuidadosamente el terreno y la logística que se precisan para una invasión militar a Venezuela; es importante recordar que en el documento “Golpe de Gracia”, escrito por el mismo Craig Faller y dado a conocer por la periodista argentina Stella Calloni, el epicentro de operaciones marítimas sería Panamá, apoyado en la base naval de Barbados, mientras que desde Colombia y Brasil se desplegarían las tropas de infantería.

Un detalle que pudo generar retrasos en los planes que la Casa Blanca tiene para Venezuela, ha sido el cambio de política exterior en Panamá, que aunque continúa colaborando con EEUU haciendo ejercicios militares de “ayuda humanitaria”, lo que ha sido criticado por una sociedad que conoce bien los alcances de dicha “ayuda”, ya no tiene una posición tan entusiasta respecto a reactivar las antiguas bases militares norteamericanas en territorio panameño, por lo que seguramente el Comando Sur ha tenido que variar el plan original.

Las naves que se desplegaron desde los primeros días de enero están adscritas a la Cuarta Flota de la Fuerza Naval del Comando Sur y fueron el destructor misilístico USS Gridley y el buque de combate litoral USS Detroit. Jordan Bradford, capitán de corbeta a cargo del USS Detroit, declaró que inicialmente los buques realizaron ejercicios de división táctica y artillería. Luego de finalizados los ejercicios, el Gridley regresó a EEUU mientras que el Detroit se dirigió a la costa de Venezuela en una clara provocación por parte de Washington hacia Caracas.

De acuerdo con el portal Infodefensa.com, el Detroit es un buque de combate litoral de clase Freedom, construido en el astillero Marinette Marine y comisionado en octubre de 2016. Su desplazamiento es de 3.900 toneladas a plena carga y tiene 115,3 metros de eslora y 17,5 metros de manga con una tripulación hasta de 75 oficiales y alistados. Su armamento se compone de un cañón BAE Systems Mk 110 de 57 mm, misiles RIM-116 Rolling Airflame, torpedos Honeywell Mk 50, misiles antisubmarinos Netfires PAM y dos ametralladoras de 12,7 mm; en el hangar tiene capacidad para dos helicópteros y un vehículo aéreo tripulado de forma remota.

De acuerdo con la información entregada por las autoridades venezolanas, al detectar la presencia de la nave norteamericana, se desplegó al patrullero Serreta (PG412) para seguir al Detroit hasta que se alejara de las aguas venezolanas, esta situación se sorteó sin presentarse ningún incidente durante su transcurso, sin embargo, este tipo de acciones en un ambiente político como el que se ha generado desde la Casa Blanca en los últimos días cuando Trump declara “estar listo para acabar con la tiranía de Maduro en cualquier momento” se convierten en una forma clara de agresión contra Venezuela.

Pero esta provocación no está aislada, pues también es importante tener en cuenta que las aguas que hacen parte del litigio internacional entre Venezuela y Guyana por la zona de la Guayana Esequiba son aprovechadas por tropas norteamericanas y multinacionales para hacer ejercicios de aproximación sobre la costa venezolana, mientras en el espacio aéreo de Guyana también han sido vistas varias veces aeronaves militares, muy cerca del espacio aéreo venezolano.

No hay que olvidar que se aproxima cada vez más la campaña por las elecciones presidenciales en EEUU y se levanta de nuevo el mismo discurso supremacista nacionalista de Trump que lo instaló en la Casa Blanca por primera vez; ahora la posición que este tiene en la política interna es bastante débil, no solo por la forma como ha lidiado con la oposición a su gobierno, sino porque cursa en su contra un juicio que podría separarlo del cargo por medio de un impeachment, lo que le obliga a generar unidad nacional, ya no en torno a sí mismo, como lo hizo en la primera oportunidad, sino a la idea de los EEUU como la paternal nación llamada a establecer y restablecer el orden y la libertad alrededor del mundo.

Un primer paso en esta vía fue el asesinato del general iraní Qasem Soleimani durante una emboscada en Irak, lo que el gobierno norteamericano admitió como una acción ofensiva preventiva. Esta situación le está trayendo consecuencias a Washington en Oriente Medio debido a la presión generada por otros gobiernos para remover tropas norteamericanas de sus territorios, temiendo las represalias de Teherán, lo que imprime cierta tensión en la política exterior norteamericana, lo que, según varios analistas, convierte en una cuestión estratégica resolver rápidamente otros posibles focos de tensión, como el que se ha generado en Venezuela.

No hay que olvidar que tanto el control sobre Irán, dentro del que está el conflicto en el golfo de Omán, como la instalación de un gobierno títere en Venezuela, hacen parte de la necesidad de Washington por controlar tanto como pueda la producción petrolera restante, teniendo en cuenta que la mayor parte del crudo que queda en el mundo es crudo pesado, lo que hace que la posibilidad de su aprovechamiento se reduzca casi en un 40% o más, por lo que ahora más que nunca se hace para ellos necesario controlar grandes volúmenes de la producción petrolera mundial.

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